Siete años de trabajo. Ese es el tiempo empleado por la sección de Pesca del Servicio Territorial de Medioambiente de la Junta de Castilla y León en conseguir materializar la reserva genética que perseguía con truchas con ADN propio de las aguas de la cuenca del Ancares-Sil.

Unos trabajos que arrancaron con la localización en las cabeceras de los ríos Cúa y Ancares de ejemplares sin contaminación genética. Una vez localizados, se trasladaron a la base de operaciones en las que la sección de pesca de este servicio territorial realizan este tipo de trabajos de investigación, una piscifactoría en Vegas del Condado. Allí consiguieron proveerse de huevas y semen de estas truchas, con los que los agentes lograron reproductores de trucha de estirpe del río Sil.

Desde la consolidación de la línea pura de trucha común del Sil en 2007, la realizada esta semana es la primera ocasión en la que los agentes medioambientales realizan una repoblación con ejemplares considerados puros.

Otras líneas genéticas

La introducción de la línea genética del Sil otra vez en los ríos de la comarca sólo es una de las que se ha conseguido materializar con el material genético producido en la piscifactoría de Vegas del Condado.

En concreto, la sección de pesca del servicios de Medio Ambiente en León ha logrado en esta piscifactoría líneas genéticas puras del Esla y del Duerna, en ambos casos en la cuenca hidrográfica del Duero.

La del Sil ha sido la última línea creado (2007), mientras que la del Esla fue creada en 1997 y dos años más tarde se consiguió la del Duerna.